viernes, 18 de mayo de 2012

María, figura traicionada


Daniela Vega  Guzmán
 El mes de mayo para una gran multitud es el mes consagrado a la Virgen María, pero consagrado a una mujer que los hombres durante siglos en los púlpitos han dibujado.   A María, la han retratado como la madre eterna, la amorosa, la paciente, la servicial, la mujer sumisa, en fin, María modelo a seguir.  Toda imagen donde se ha delineado a esta mujer nos muestra un rostro afligido, doloroso, con un aura de infinita pasividad.  Pero:   ¿será esta la verdadera María?

Para hablar de María hay que leer los Evangelios entre líneas, pues es poco lo que se cuenta de ella en las sagradas escrituras.  En el mundo donde nació  María, la palabra de la mujer no tenía ninguna validez,  debían solo acatar órdenes, pero ella está lejos de la imagen de mujer pasiva, fue todo lo contrario,  a pesar de su juventud tuvo un carácter definido, María rompe la regla del silencio y la sumisión cuando se atreve a cuestionar las palabras del ángel Gabriel al expresar su duda de cómo quedaría encinta,  si no conocía varón[1],  parece sencillo y carente de valor este gesto de la interrogación, pero recordando la situación de la mujer, resulta un acto cargado de simbolismo.  Lo mejor es que ahí no termina su acto de valentía, pues ella estaba comprometida para  contraer nupcias con un varón de la casa de David, llamado José, aceptar llevar vida en su vientre era exponerse a morir apedreada, ya que esa era la forma de castigar a la mujer adúltera en su época, aun viendo el riesgo que corría su vida, fue mayor su devoción y acepta su nuevo destino con gozo.

El ser de María rebosa en palabra sabia, lejos de la mujer silenciosa que siempre nos han retratado, es María la que protagoniza uno de los pocos diálogos femeninos que aparecen a lo largo de toda la biblia ­­–La visita a su prima Elisabeth[2]–, un diálogo entre gestadoras de vida, gestadoras de  cambio colectivo.  María, anuncia las transformaciones que estaban por venir: la exaltación de las y los humildes, la reivindicación de las mujeres  Mi espíritu está transportado de gozo en el Dios salvador mio.48 Porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava: porque tanto desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones”.  Ya María defendía la presencia de la mujer y su valor en toda sociedad y en todo tiempo.

Todos los episodios bíblicos están marcados por una presencia masculina fuerte donde no hay cabida a la mujer, pero la presencia de María es tan dinámica que a pesar de todos los intentos su imagen no ha podido ser acallada, y no es precisamente por su debilidad y sumisión, sino porque María es autoridad, su voz es tan respetada que todo un Dios no pudo rehusar a su palabra, esto se manifiesta con  toda claridad  en las Bodas de Caná, cuando es María quién le dice a Jesús lo que debe hacer a pesar del no querer del hijo:  “¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora””[3], su voz de mando se concreta cuando le dice a los que  servían: "Haced lo que él os diga".

María dista mucho de una imagen dolorosa, por el contrario, es coraje en todo el sentido de la palabra es quien sigue los pasos que recorrió Jesús al calvario y no a la distancia como lo hicieron los hombres –sus discípulos–,  sino de cerca y en ningún momento en las escrituras no la muestran llorando o desgarrada por el dolor, sino que la evidencian como una figura fuerte que observa.

Otro pasaje tergiversado de la vida de María es en el momento que Jesús estando en la cruz, la mira y le dice: “Madre, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo (Juan): Hijo, he ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”[4].   Este pasaje nos lo han mostrado como un hecho de debilidad, al morir el hijo la madre queda desprotegida, desamparada;  pero si hacemos otra lectura es todo lo contrario, Jesús, es sabedor de toda la fuerza que guarda esa mujer como guía,  como impulsadora,  María después de la muerte siguió manteniendo un fuerte vínculo con la palabra de Jesús, siguió anunciando la palabra de su hijo a pesar de los riesgos.

En últimas, fueron las mujeres como María-madre quienes acompañaron a Cristo en su vida, en el momento de su muerte y fueron ellas quienes experimentaron el gozo de su resurrección, merecedoras de tal maravilla porque creyeron, siguieron y se  mantuvieron firmes.  Jesús, sabía de la fuerza, la valentía,  la decisión de las mujeres y por ello siempre se rodeó de ellas;  por tanto, las mujeres bíblicas distan mucho de los retratos construidos por el pensamiento masculino.  Así que démonos a la tarea de mirar más allá de esas figuras establecidas y leamos entre líneas los silencios e interpretémoslos ya que es ahí donde se encuentran otros sentidos.





[1]El ángel anuncia a la Virgen María la maternidad divina. (Lc. 1,26-38)
[2]María visita a su prima Isabel. (Lc.1,39-45)
[3]En Caná de Galilea, Jesús realiza su primer milagro. (Jn.2,1-12)
[4]Crucifixión y muerte de Jesús (Jn.19,25-27)

domingo, 13 de mayo de 2012





Declaración del Círculo María de Magdala en Cali – Colombia


Las religiosas de Norteamérica están siendo condenadas y supervisadas por los obispos, por orden del Vaticano, en sus modernas dependencias inquisitoriales. ¿Por qué las supervisan? ¿Han abusado de niñas? ¿Han robado dinero en sus parroquias o colegios? ¿No atienden a quien las necesita? Nada de ello hay en el comunicado que les ha sido enviado, si por algo se distinguen estos círculos de mujeres es por su fidelidad al evangelio y su acompañamiento a sus vecinos en situaciones de dificultad y dolor. Mujeres valientes y audaces que viven su cristianismo en medio del un mundo en movimiento y en demandas.

Pero hay cosas que a los señores obispos, desde su lejanía y su doble moral (una para juzgar las pederastias de los curas, otra para juzgar a las mujeres), no les gusta y prefieren que las monjas permanezcan en una especie de minoría de edad perpetua, sin pensar y sin desobedecer.

El comunicado enviado les dice que sus posturas feministas (no las definen…), que su posición frente a los gays y lesbianas –diferente a la de la iglesia- y sus posiciones frente al aborto y la gestación las hace caer bajo sospecha. Están desviadas y deben ser reorientadas en su organización y en su pensamiento. Los señores obispos no han sido notificados aún de la mayoría de edad del hombre y la mujer en el siglo XXI, mayoría de edad que la iglesia tiene que no sólo admitir sino acoger a riesgo de que sus templos se queden aún más vacíos.

Por parte del Vaticano esta actitud muestra, como otras, no solo intolerancia y pretensiones absolutas de verdad, sino desconocimiento de los caminos que recorre la humanidad en la búsqueda de su destino. Desconocimiento y distancia de las sensibilidades y preocupaciones de los hombres y las mujeres, desconocimiento y distancia de la autocomprensión de la humanidad en los nuevos paradigmas tanto éticos como sociopolíticos. Dictaminar sin comprender… muy propio de las prácticas eclesiales, pero muy lejos una vez más del maestro galileo.

Queremos hacer llegar hasta nuestras hermanas, una voz de sororidad, y de aliento. Lo importante es la fidelidad a nuestras propias búsquedas, la fidelidad a los caminos de solidaridad y comprensión de los ambientes en los que florecemos… No la supuesta ortodoxia u obediencias debidas. Somos millones en el mundo las y los que compartimos sus sentires.


Cali, Mayo de 2012




miércoles, 2 de mayo de 2012



Inquisición Siglo XXI

Carmiña Navia Velasco
Cali, Mayo de 2012


La actitud de los obispos en la mayoría de las Conferencias Episcopales y las condenas del órgano inquisitorial vaticano, se están haciendo cada vez más insoportables. Cada día hay menos razones para aceptar las posturas de una jerarquía eclesiástica que olvidó hace ya tiempo los caminos del evangelio de Jesús. Una jerarquía que en lugar de acompañar esparce por aquí y por allá semillas de sufrimiento y de condenas monológicas, que por otro lado a poca gente importan ya.

Recientemente la Conferencia Episcopal colombiana decidió que en el siglo XXI, cuando las sociedades de Occidente han llevado a cabo revoluciones radicales en sus maneras de vivir y de entenderse, no hay más que un tipo de familia… familia que quizás existe en sus manuales -que no en sus prácticas-, pero que en el conjunto social, si llegan a encontrarse todavía, son una ínfima minoría.

Desde esta decisión, se oponen a que homosexuales y lesbianas puedan organizarse emocional, afectiva y socialmente, como deseen, como sea mejor para su estabilidad y su ubicación social. Desconoce los matrimonios entre parejas del mismo sexo, se opone militantemente a que estas parejas puedan adoptar y educar hijos e hijas… todo ello con el argumento de que no constituyen, ni pueden constituir una familia, porque la familia –según ellos, célula de la sociedad- está compuesta por una mujer, un hombre y los hijos nacidos de esa unión.

Cómo dije ya, ¿quién ha decretado que sólo esa familia existe, cuando se trata de un modelo en vías de extinción? ¿En dónde arraigan ellos su autoridad, para desconocer los múltiples tipos de familia, que mujeres y hombres buscan hoy? La iglesia, en lugar de acompañar de cerca las búsquedas humanas actuales, se sitúa en un plano a-histórico y a-espacial para condenar realidades sagradas desde las que la Divinidad nos habla.

En este mismo sentido la Conferencia Episcopal española condena (¿?) a un teólogo del peso académico y de la solvencia intelectual de Andrés Torres Queiruga, por el simple hecho de querer dialogar desde la tradición cristiana con las inquietudes, el pensamiento y los sentires de hombres y mujeres de estos años 2000. Si no fuera porque aún a mucha gente estos absurdos le generan dolor y porque pueden desorientar a las mentes y conciencias sencillas, las declaraciones eclesiales de condena producirían hoy risa. Porque no se condena las prácticas de abusos sexuales, las inmensas injusticias económicas, las múltiples violencias, la depredación del planeta, la usura de los financieros que están produciendo esta crisis… Eso no se condena, no. Se condenan prácticas de amor y de diálogo, de búsqueda intelectual, de renovación en las prácticas religiosas, se condena el empeño de actualizar las representaciones teológicas y las relecturas de la palabra Bíblica.

El broche de oro de esta carrera de equivocaciones y estupideces lo constituye la recién condena a la Asociación de Religiosas Norteamericana. Se les condena, se les pone bajo tutela, porque -dicen desde el vaticano- que son demasiado feministas, que no comparten el pensamiento eclesial sobre los gay y sobre la polémica alrededor del aborto y de los finales de la vida y el sufrimiento que conllevan.

¿Cómo se pueden compartir posturas que perdieron la llave de sí mismas, alrededor de temas tan vitales y tan oscuros cómo esos límites entre la vida y la muerte… alrededor de condenas a prácticas sexuales que han existido siempre y que son expresiones diversas de la constitución del hombres y la mujer? ¿Cómo se puede desconocer el trabajo y las prácticas de amor y sororidad de las religiosas de este país que por siglos han acompañado a las gentes en sus búsquedas de realización, de luchas y de amores? ¿Cómo se puede vivir actualmente de pretendidas ortodoxias, en la sociedad de la vulnerabilidad y de lo efímero?

La iglesia romana no puede pretender seguir cerrando el pensamiento y la conciencia de la humanidad, en un cautiverio perpetuo. Porque a nivel religioso y espiritual los hombres y las mujeres de Occidente hemos entrado en la mayoría de edad y la búsqueda del ámense unos a otros como yo los he amado,  no pasa ya por candados de los cuales las llaves las esconden autoridades que no se ejercen ni en el sentido bíblico, ni mucho menos en el democrático. Afortunadamente la experiencia de la Divinidad y el acercamiento al maestro de Galilea no pasan más por las oficinas de Roma (ciudad imperial por excelencia). Como dice Ezequiel desde hace más o menos 28 siglos: Tiemblen esos pastores.